Los números muestran que el 90% de la comida que necesita Euskal Herria se trae de fuera. Sin embargo, con la protección y uso de las tierras autóctonas productivas , gran parte de lo que comemos se podría producir aquí.
Mirene Begiristain ha investigado bien esto y tiene claro el papel que debe jugar la agricultura en la transición energética. Ayer en la conferencia que ofreció en la Alondegia nos dejó esta y otras muchas reflexiones.
Pero ese cambio no se producirá por sí mismo, y no será así si la sociedad no hace nada por el cambio. Entre otras cosas, deberíamos cambiar nuestra dieta, prestar más atención a los productos de temporada y consumir menos de los que vienen desde la otra punta del mundo. Para ello, la prioridad es mantener y cuidar esas cada vez más escasas explotaciones agrícolas, de lo contrario, desaparecerán sin remedio en una década.
Creemos que la comida industrial es más barata que la ecológica, pero eso además de no ser cierto, es fácilmente comprobable. De una u otra manera, pagamos hasta 3 veces los productos industriales antes de comprarlos:
- Porque las ayudas económicas que reciben salen de las arcas públicas.
- Porque los daños que infringen al medio ambiente los tiene que reparar toda la sociedad.
- Porque la salud pública ha de preocuparse de sus efectos sobre la salud.
Además, las grandes empresas distribuidoras deciden qué se va a producir y qué se va a vender, ellas eligen qué y en qué época del año lo tenemos que comer.
Lo que produce un territorio es reflejo de esa sociedad; igual que la sociedad es reflejo de lo que produce.
La futura agricultura no vendrá de las familias baserritarras que hemos conocido hasta ahora; el futuro estará en manos de grupos cooperativos y estará basado en trabajos realizados por personas emigrantes.